En
mi caso particular, como su alumno y luego compañero de centro, no conozco
ningún educador que haya puesto tanto empeño en que sus alumnos escribieran de
acuerdo con las normas gramaticales y con una caligrafía “dibujada”, como el
Prof. Marino.

_Quis-quis-quiqueyanos
va-va-valientes al-alcemos
El
maestro se ponía rojo de ira:
_No,
señor, no. Ahí no dice quis-quis en ninguna parte, por Dios! Empiece
nuevamente.
_Quis-quis-quis-quisqueyanos
va-va-va-valientes a-a-a-al-alcemos.
Así,
el joven alumno, lejos de mejorar la lectura, cada vez se mostraba más tartamudo,
producto de la presión, y el maestro le exigía una y otra vez leer
correctamente.
Ya
cansado y sin lograr que el alumno
leyera con fluidez, el Prof. Marino le inquirió:
_Óigame,
y cuándo es que usted va a leer bien?
El
joven miró en toda dirección, tragó en seco, respiró profundo, y le respondió:
_Cu-cu-cuando
usted ca-ca-camine derecho.
(Por
si alguien no le conoció: el maestro adolecía de una cojera parcial)
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