(Sexting es una contracción
de sex y texting: es un anglicismo para referirse al envío de contenidos
eróticos o pornográficos por medio de teléfonos móviles)
Los jóvenes no son
tan inocentes: saben las consecuencias perjudiciales del sexting. No necesitan
de los admonitorios consejos de los adultos sobre los peligros que conlleva
enviar imágenes o vídeos propios o ajenos provocativos o directamente de
contenido sexual. Pero en un particular análisis de costes y beneficios,
apuestan por practicar sexting como medio para ganar popularidad y la
aceptación del grupo de amigos.
Puede que entre los
adultos enviarse fotos sexis propias esté orientado a un objetivo más evidente.
Pero un estudio con chicos de secundaria muestra que, entre los menores, las
razones son bien diferentes y poco tienen que ver con la sexualidad.
Investigadores belgas y estadounidenses han realizado una encuesta a casi 2.000
jóvenes sobre el sexting y el consumo de pornografía con sus móviles. Y sus
conclusiones, publicadas en Media Psichology, desmontan algunos mitos.
La práctica del
sexting hace tiempo que dejó de ser un fenómeno ocasional entre los jóvenes
adultos. Un reciente estudio de Pew Research muestra que, entre los 18 y los 24
años, el 44% de los estadounidenses ha practicado sexting alguna vez y una
quinta parte ha recibido imágenes personales de alto contenido erótico. Entre
los menores, las cifras aunque inferiores, también son significativas,
acercándose al 10%. Las cifras sorprenden a los expertos porque en sus
encuestas, los chavales dicen conocer los riesgos para su reputación e incluso
legales que implican estas prácticas.
Para averiguar entonces
por qué lo hacen, investigadores de universidades belgas, holandesas y
estadounidenses han realizado una amplia encuesta entre chicos de institutos de
Flandes, Bélgica, para averiguar la incidencia y causas del sexting y del
consumo de porno en sus móviles.
Las cifras son
similares a las que, en España, menciona la Guía sobre adolescencia y sexting:
qué es y cómo prevenirlo elaborada por el Inteco y Pantallas Amigas hace unos
años. Así, el 6,3% de los chavales reconocieron haber enviado imágenes íntimas
a alguien desde sus terminales. En cuanto a la pornografía, el 8,7% confesó
consumirla.
De hecho, el estudio
muestra una conexión entre ambos tipos de prácticas. Un tercio de los que
tenían imágenes o vídeos pornográficos también había practicado sexting. Y al
revés: la mitad de los que habían recibido o enviado material íntimo personal
también tenían porno.
Lo que también
comprobaron es que hay significativas diferencias de género. Mientras un 14% de
los chicos guardaba porno en sus móviles, sólo un 3,4% de las chicas
reconocieron tenerlo. En cuanto al sexting, las diferencias se estrechan: un
7,4% de chavales frente a un 5,1% de chavalas lo habían practicado al menos una
vez.
TODO POR LA FAMA
"Nos intrigaba
el hecho de que la mayoría de los jóvenes son conscientes de los posibles
riesgos del sexting y, sin embargo, aún así producen y distribuyen imágenes de
sí mismo desnudos o semidesnudos entre sus amigos", dice la doctora Mariek
Vanden Abeele, de la Universidad de Lovaina y coautora del estudio.
"Creemos que una posible explicación de que los jóvenes practiquen sexting
podría deberse a poderosas dinámicas de grupo como la presión de los iguales y
la popularidad", añade.
En efecto. Una de las
fuerzas más relevantes sobre el comportamiento a esas edades entre los humanos
y otros animales sociales es la aceptación del grupo. Por eso, tras establecer
una escala de popularidad y de percepción de la presión del grupo de amigos,
los investigadores vieron una fuerte correlación. Los chicos más populares tendían
a practicar más sexting y, de forma paralela, los que buscaban una mayor
aceptación entre los miembros del grupo del otro sexo, también presentaban una
mayor incidencia.
Pero, para sorpresa
de los investigadores, la presión del grupo era un mal predictor del sexting.
Es decir, es la propia presión personal y no la ejercida por los otros la que
lleva a fotografiarse en posturas provocativas y compartirlas.
"Un resultado
interesante del estudio es que para ellos el sexting está asociado a una mayor popularidad
tanto entre los chicos como entre las chicas mientras que las que reconocen
haber practicado sexting se perciben más populares entre los chicos pero menos
entre las chicas", asegura Vanden Abeele. En cuanto al consumo de porno en
sus móviles, el estudio revela que su objetivo no es tanto el placer sexual al
contemplarlo como una vía para ser aceptado por los demás.
Para los
investigadores, toda acción para combatir el sexting que no tenga en cuenta
estas dinámicas estará condenada al fracaso. Como dicen en sus conclusiones:
"en el marco de referencia de un adolescente, la práctica del sexting y el
porno en el móvil pueden estar más asociados con los beneficios (en términos de
aceptación del grupo) que con los riesgos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario