lunes, 1 de febrero de 2016

CONSULTANDO A LOS QUE SABEN

TOTICO
La mayoría de los lectores entienden que este es un diminutivo de toto, que es un vocablo tabú en el español dominicano. Esa voz  la comparten los dominicanos con los cubanos y los puertorriqueños. El término del título, totico, no tiene relación directa con el toto que es la vulva.

Por error algunos hablantes piensan que la voz toto del español dominicano significa vagina. No es esa última porque se refiere a la parte visible a simple vista, a la parte externa de los genitales de la mujer.

El totico que se trae en esta ocasión no tiene relación con el tamaño del toto, sino que retiene un significado especial. Conforme lo expresa el Diccionario del español dominicano, esta voz se aplica al ‘hombre que no tiene autoridad en su familia’. Es el hombre que no manda en su casa. Lo interesante en este caso es desentrañar cómo llega el diminutivo de la vulva de la mujer a aplicársele a un hombre que carece de su autoridad en su familia.

Aquí se opera lo que en las lenguas se conoce con el nombre de metáfora. Es un uso de la palabra en un sentido distinto al literal, aunque con alguna conexión con el sentido estricto. Se usa el vocablo en sentido figurado por la relación que existe entre el término concreto y la noción abstracta.

Por lo general quien no ejerce autoridad en una familia es la mujer. La mujer se identifica con el toto. Cuando el hombre es quien no tiene esa capacidad entonces se identifica en ese aspecto con la mujer y para destacarlo se hace con la designación de la parte genital externa de la mujer. Llamar totico a un hombre es una designación denigrante.

No cabe duda de que quien creó esta denominación fue un hombre. Esto deriva del hecho de que el hombre piensa que en efecto él es quien ejerce la autoridad en la familia. Él es “el pato macho” en ese núcleo. Cuando ese centro de decisiones se desplaza hacia la mujer entonces es el toto quien manda. No conforme con el nombre se utiliza un diminutivo vejatorio.

La metáfora se usa muchísimo en las lenguas. Esto así porque es el mecanismo mediante el cual se puede describir y percibir la noción abstracta mediante la similitud con algo concreto. La mayoría de las metáforas funcionan de lo concreto a lo abstracto.

El sexo masculino es el que manda. Cuando hay desplazamiento del centro de decisiones hacia la mujer entonces se encarna en el símbolo de la mujer que en este caso es la parte visible de una parte genital. Si el hombre pierde su autoridad,

desde ese instante adquiere rasgos de mujer que se nombran en este caso por una parte muy femenina. Como consecuencia de lo anterior pierde el símbolo de su masculinidad y de la autoridad, los testículos.

Lo que se produce en el caso de esta metáfora es que hay un desplazamiento de la esfera original de la acción, de una persona a una parte de su anatomía, de un campo abstracto a uno concreto. Metáforas más elaboradas que estas son cultivadas con esmero por los poetas; para estos la metáfora es un recurso del pensamiento, un mecanismo que les permite llevar conceptos abstractos a más simples nociones en términos de objetos o cosas concretas.

En el caso concreto de la metáfora que ocurre “en el hombre totico”, la identificación que se realiza en la mente del hablante la identifica el oyente sin dificultad. La sustitución se hizo al reemplazar la expresión (autoridad) por una representación gráfica (testículos), que en este ejemplo del totico es la ausencia de aquellos.

 

Roberto E. Guzmán

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